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sábado, 1 de agosto de 2009

Enemigos y aliados

Como en toda guerra, no tardaron en aparecer enemigos y aliados.
Por suerte para mí, tuve más de los segundos.

El primero en unirse a mi tropa fue Antonio, el almacenero de al lado.
Supongo que por una cuestión de cercanía, de límites territoriales. El almacén de Antonio era como el Uruguay de Salón Biuti.

Enseguida se sumó Betty. Le propuse un sueldo decente para que se ocupara de la depilación y que en los ratos libres me diera una manito pasando la escoba o recargando el champú. Aceptó sin dudar y al día siguiente ya la tenía trabajando.

A Walter no le quedó otra que sumarse a mi equipo. Estaba enamorado de la Betty - como él la llamaba- y por más que ella lo hubiera rechazado en infinitas ocasiones, no perdía la esperanza de conquistar su corazón. Tenerlo de aliado me costó verlo en el negocio cuatro horas por día en su papel de galán de culebrón venezolano.

Con Mirta no pude. Seguía dolida por aquella vez en que le arruiné el protagonismo cuando llegué a su fiesta con el mismo vestido y con un acompañante al que ella le arrastraba el ala.
- Yo no sabía que andabas atrás de éste - le dije, pero no me volvió a hablar nunca más, ni aún después de que yo lo dejara para irme con Luis. No hubo caso, se quedó con la sangre en el ojo y se calzó una mirada de furia que utiliza cada vez que nos cruzamos.

Cuca se fue a trabajar con La Gringa. Cobraba menos que mi Betty y debo reconocer que no merecía ganar ni un peso más de lo que La Gringa le pagaba. Era una mujer sin aptitudes y su cara no la ayudaba para opacar sus carencias. En el barrio le atribuíamos su permanente gesto de amargura a Brian, su hijo. Vago, medio malandra y vividor, que andaba siempre al acecho de alguna mujer madura que le pagara los puchos y la birra.
Cuca odiaba a todos los que estábamos de la Avenida Independencia para acá porque en el último carnaval, cuando se apareció con el nene - como ella le decía - todos le cantamos: No le importa el trabajo, al hijo de Cuca. Y nos hizo la cruz.

En la azarosa repartija de soldaditos para la batalla, sin duda yo había sido beneficiada.
No voy a restarle mérito a mis dotes de estratega. Yo intuía quienes, a la larga, me iban a resultar beneficiosos en el camino al éxito.
Y no me equivoqué.

4 comentarios:

Solo *AnDy* dijo...

bueno bueno, parece que el salòn va tomando color!
Muchos empleados o eran clientes?, entendì que lo primero, corregime si me equivoco.
Besitos!

Virginia Prieto dijo...

me parece que clientes.
ke maldd lo del hijo de cuca!
depilan con cera negra che o usan la ecológica?

Ester López dijo...

Chicas, son personajes del barrio. No sé como será dónde viven ustedes, pero acá nos conocemos TODOS!

Depilamos con cera vegetal, hay promos, venite =)


Besos a las dos.

Alfa dijo...

Pobre Cuca!!!! Habra sentido una verguenza!!!